Narcotrafico "La industria mas poderosa del planeta, que carece de escrúpulos, paga mejores salarios que el estado, compra policías, periodistas y ministros"
domingo, 11 de septiembre de 2016
Lo que 'Narcos' no cuenta: el hijo de Pablo Escobar revela lo qué hay tras la droga
COLOMBIA.- Tan solo una semana después del estreno de la segunda temporada de 'Narcos' (Netflix), serie basada en la vida del líder del cartel de Medellín, Pablo Escobar, las primeras críticas no han tardado en llegar. Además de las que hacen referencia al marcado acento brasileño de Wagner Moura, quien interpreta al capo colombiano, no ha pasado inadvertida la opinión de su hijo Sebastián Marroquín, antes Juan Pablo Escobar, quien asegura que la serie, repleta de errores e imprecisiones sobre la vida de su padre, “está lejos de la verdad” por ello incita “a los jóvenes a creer que lo mejor que pueden hacer en la vida es convertirse en traficantes de drogas”.
Los medios han heroificado la figura de Escobar y han utilizado su imagen para promover que muchos jóvenes sigan sus pasos
Las críticas de Marroquín no sorprenden a nadie. Aunque juró venganza tras la muerte de su padre en 1993, hace más de una década que abandera una campaña personal para explicar la vida de luces y sombras del zar de la cocaína, a quien aseguraba amar y odiar en proporciones iguales. En 2009 viajó a decenas de países con el documental ‘Pecados de mi padre’ para pedir perdón a los hijos de algunas de sus víctimas. Más tarde, en 2014, publicó el libro ‘Pablo Escobar, Mi padre’, un éxito de ventas internacional y ya traducido a ocho idiomas. Ahora, Marroquín aprovecha el éxito de la serie para alzar su voz contra la corrupción que acecha a Colombia.
Pablo Escobar, un ‘producto’ mediático:
En una reciente entrevista concedida 'The Influence', Marroquín sostiene que es extraño que Netflix se haya negado a recibir su ayuda y asesoramiento para la historia. Es evidente que hay un gran interés comercial en Pablo Escobar como un producto “pero no hay deseo serio y honesto para contar la historia sin la interferencia de los diversos intereses de la creación; en la serie, incluso los acontecimientos que marcaron la historia de mi país no se respetan”.
Para Marroquín, la trama no puede ser otra que la verdad, la "historia real" que él vivió en primera persona y explica en su libro, en el cual no alaba la figura de su padre, es más, sostiene que si alguien lee sus textos y le inspiran a ser Pablo Escobar hizo mal su trabajo. Una narración de "la verdad" que sí que han hecho mal “los medios de comunicación, que han heroificado la figura de Escobar y han utilizado su imagen para promover, con ausencia de responsabilidad social, que muchos
jóvenes sigan sus pasos”.
La pobreza, el mal endémico de Colombia:
Él es consciente de que su padre es venerado en la cultura popular, ya que ayudó a miles de familias pobres en Colombia. “En mi país la riqueza está en manos de unas pocas familias y mi padre estaba en solidaridad con las clases más bajas, él materializó lo que el Estado debería haber construido –y no hizo– escuelas, hospitales, centro deportivos, culturales y miles de viviendas”.
De hecho, Marroquín apunta que la pobreza que azota el país es el único motivo por el cual una vez se detiene a un capo se tardan días en reemplazarlo: “El hambre y la necesidad hace que en países como Colombia, y ahora México, haya gente dispuesta a todo porque no tienen otra vía para subsistir, por ejemplo, un campesino tiene más rentabilidad sembrando la planta de la coca que cualquier otro cultivo, y están dispuestos a todo con tal de avanzar en la vida”.
“La cocaína nunca desaparecerá”
La pobreza de la que habla el hijo de Escobar ha dado como resultado una cultura de supervivencia, del dinero fácil, que mantiene intactos los carteles de droga. “Nada ha mejorado en Colombia o en el mundo sobre el tema del tráfico de drogas. Se ha vuelto cada vez peor. Hoy en día hay más cocaína que nunca y sigue en aumento. Las autoridades anunciaron con orgullo el desmantelamiento de los cárteles de Medellín,de Cali, del Norte del Valle y muchos otros, pero el negocio de la cocaína sigue igual y la droga nunca ha dejado las calles”, puntualiza Marroquín, quien añade que esto es posible gracias a la prohibición de la cocaína.
Mientras que el alcohol y el tabaco son legales, y paradójicamente matan cada año a más personas que la cocaína, esta solo tiene cabida en el mercado negro. Una prohibición que es precisamente la que ha permitido que los narcotraficantes tengan una enorme capacidad militar, económica y de corrupción que amenaza y desafía a las democracias de todo el planeta.
“La cocaína nunca desaparecerá” y nadie está verdaderamente comprometido para hacerla desaparecer. “Es un negocio demasiado lucrativo. De hecho, en Estados Unidos las autoridades son las que se benefician económicamente de la prohibición. No hay una sola ciudad en los Estados Unidos o en el mundo que pueda ser declarada libre de drogas”.
La droga vive de la corrupción:
Marroquín es tajante y atribuye gran parte del éxito de su padre y de los actuales carteles de droga a la corrupción del país.
“Congresistas, jueces, policías, soldados y hasta generales de la República, así como grupos de la extrema izquierda y la derecha se relacionaban con mi padre por dinero; estas personas estaban en la oficina de mi padre esperando a entrar para hablar con él acerca de los próximos envíos de coca. Pero de corrupción nunca se habla porque el estado colombiano y muchos otros países son muy cómodos y solo cuentan la versión en la que Pablo es el único malo”.
El éxito mundial de la droga implica una complicidad entre los países de producción, tránsito y destino
La corrupción era evidente, sino Escobar nunca podría haberse construido su propia cárcel de cinco estrellas, La Catedral, o haber cambiado las leyes del país en su beneficio. Pero todavía existe, según su hijo, ya que el hecho de que la droga llegue de forma exitosa a todos los rincones del mundo implica una complicidad entre los países de producción, tránsito y destino que evidencia una trama de corruptela a gran escala.
El cambio pasa por la educación:
En un país donde la educación es un privilegio y no un derecho, la ausencia de valores es manifiesta, por ello es difícil que se cumpla el cambio cultural que exigen las autoridades. Para ello se deben brindar oportunidades –que tiene que ofrecer el Estado y no los carteles de la droga–, oportunidades de una mejor educación, de empleo y “de afrontar el problema del narcotráfico desde una perspectiva de salud pública y no militarmente como se está haciendo hasta ahora”.
Para Marroquín la democracia tiene una deuda con la sociedad: se debería firmar la paz con la droga y permitir así que los países dejen de invertir más en prisiones que en sus ciudadanos, y que construyan y no destruyan sociedades con valores. Él aboga por construir esa nueva sociedad, por eso decidió estudiar arquitectura.
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